jueves, 6 de enero de 2011

Cuento de Navidad

     Hace mas de dos mil años cuatro poderosos Reyes de Oriente quedaron para ir juntos a adorar a un Niño recién nacido, que según decían sus sabios sería el Rey, el Mesías. Ellos lo creyeron y para no hacer el camino por separado decidieron ir juntos. Eran Melchor, Gaspar, Baltasar y Elohím.  Pasó entonces, que quedaron en un sitio determinado para iniciar el camino, el día convenido llegaron solo tres de ellos, Melcho, Gaspar y Baltasar. En el lugar de Elohím iba un paje, que llevaba un mensaje para los tres reyes, Elohím el señor del paje, de nombre impronunciable, les dijo que su señor había caído muy enfermo y que no podría hacer el viaje ahora sino unas semanas más tarde, pero para que los otros tres no se retrasaran partieran ya sin él, que ya los alcanzaría. Pues bien, emprendieron entonces el camino despidiendose del paje los tres reyes, con la promesa de que pasarían a verle de regreso para indicarle el camino a seguir, porque ya no estaría la estrella para guiarlo. Pasó luego que el pobre Elohím tardó mucho en sanar, y que los tres reyes no pudieron pasar a visitarlo, así que cuando hubo sanado se puso en camino él solo para buscar al precioso Niño, pero no pudo hallar el camino y se perdió, anduvo muchos kilómetros, preguntando aquí y allá, por todas partes habían oído hablar del Niño, pero nadie les daba un rumbo definitivo, cuando él llegaba, el Niño había partido, no se desanimó, y siguió buscándolo, así por muchos años, muchísimos, treinta y tres para ser exactos. Y pasó que por fín lo encontró, pero no en un pesebre envuelto en pañales, sino torturado por el odio y la sinrazón. Lo encontró clavado en una cruz. Cuando lo vio, se postró a sus pies, se los besó, los bañó con sus lágrimas, lamentando no haber llegado a tiempo de verlo recién nacido y no haber podido darle su regalo. En esto, que el Divino Crucificado le habló, era apenas un susurro. No te lamentes más Elohím, que sé por lo que has pasado para encontrarme y este ha sido el mejor regalo que me han podido hacer, tu abnegación y el amor que me has demostrado, y a cambio, yo te voy a dar lo que tu me pidas. Elohím se secó las lágrimas con el dorso de la mano, y le pidió que todos los niños pudieran tener al menos un regalo una vez al año, un regalo hecho desde el amor, como el que El no pudo tener porque no llegó a su debido tiempo.  Así fue que Elohím buscó a los tres Reyes de Oriente y les contó su odisea, y les dijo que el Crucificado le dio el poder de hacer llegar a todos los niños un regalo de amor, y que ellos, Melchor, Gaspar y Baltasar se encargarían de llevar los regalos materiales, y Elohím llevaría el amor a los padres de todos los niños para que se lo transmitieran a sus hijos. Así, hoy día el amor que tienen los padres hacia sus hijos les hace darles regalos materiales, pero también les han de enseñar el verdadero espíritu de la Navidad.
 

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